DISEÑO DE PRODUCTO

Peinetona

Silla presentada al concurso "Silla Latina", en el marco del VIII Encuentro Latinoamericano de Diseño de la Universidad de Palermo, Buenos Aires, Argentina.
El diseño se apropia de la tradicional e icónica peineta española, dando lugar a una silla folclórica, extravagante y simpática.

Dimensiones generales: 134 x 96 x 67 cm. Fabricada en madera de nogal contrachapada. Cojín de espuma de alta densidad tapizado en lino.

La peineta es uno de los accesorios del adorno personal más relacionados con la idiosincrasia española. Se trata de un ornamento femenino para el cabello de cuerpo convexo y un conjunto de púas que va sujeto en el moño. Su uso se generalizó en las últimas décadas del siglo XVIII y fue extendiéndose progresivamente entre la realeza y la aristocracia. Su utilización llegó a reivindicarse como forma de confrontar la moda procedente de París que se extendía por Europa.

En cuanto a su forma, su tamaño fue aumentando, lo que motivó que a lo largo de los siglos los materiales en los que se fabricaban sufrieran variaciones. Las peinetas más antiguas eran auténticas joyas, realizadas en bronce fundido y dorado combinado con coral, en acero tallado o cinceladas en oro o plata y en latón después. Más adelante, a medida que el uso se fue extendiendo y con él su tamaño, el metal fue sustituido por asta y carey, materiales más ligeros, pero también muy caros.

Por eso, en realidad las peinetas se popularizaron en España con la llegada de los plásticos a la industria, que permitieron diseños en multitud de tamaños, formas y colores. Hoy en día aún vemos su uso en bodas, bautizos, procesiones de Semana Santa y espectáculos de flamenco o copla. La peineta es complementaria de la mantilla, estos dos elementos suelen ir ligados. En algunos trajes regionales, como el valenciano de fallera o el andaluz de flamenca, se llevan peinetas.

En 1830 se extiende en Argentina la moda de la peineta, evolucionando hasta dimensiones insólitas, incluso de 1,20 metros de ancho, lo que se conoce como "peinetón", llegando a ser el capricho de las elegantes y el hazmerreír de muchos, puesto que dificultaba la vida cotidiana. Uno de los peineros más famosos fue el español Manuel Mateo Masculino, quien se afincó en Buenos Aires y consiguió también comercializar sus adornos en Paraguay y Uruguay.